RUTA 14 SUBIDA AL CORTIJO RIVERTE
A pocos metros de la salida está el yacimiento arqueológico del Abrigo del Molino del Vadico (cursiva), protegido por unas rejas. Se trata de una cavidad que albergaba varias excavaciones donde se encuentran muestras de la industria y pinturas de fauna del Epipaleolítico (entre 12.000 y 8.000 años a.C.) del periodo magdaleniense. Transcurrido medio kilómetro desde el inicio de la ruta, dejaremos la carretera para iniciar la subida por una senda que sale del margen izquierdo. Este tramo se caracteriza por ser una senda serpenteante que poco a poco va ganando altura, donde predominan las sabinas, los romeros y las cornicabras y donde es muy probable avistar buitres leonados, especie que encuentra en las paredes de los canteros un lugar ideal para la anidación. La senda llega hasta la falda de los acantilados, donde pronto veremos varias cavidades, una de ellas la encontraremos con la boca cerrada por un murete: es la Cueva del Gitano (cursiva), otro de los yacimientos arqueológicos de la zona de arte rupestre del postpaleolítico. Se ha diferenciado tres paneles, los dos primeros con motivos esquemáticos, en color rojo vino, y el tercero con atropomorfos, aunque la humedad y el humo de las paredes dificultan la visión de estos motivos. Desde este punto nos adentraremos por un bosquete de cornicabras hasta llegar al portillo y podremos divisar las aldeas de Jaén como de la Muela, Marchena y Marchenica, al otro lado del cañón, y el valle aguas arriba del Zumeta. Ya en el portillo, entre las dos cumbres, la senda cruza una valla para ganado y accede a la meseta, donde la vegetación y la orografía cambian totalmente: pasamos de rincones húmedos y acantilados a una paramera donde las reinas son las sabinas, las retamas escoberas y los alros espinosos. A partir de aquí la senda se abre entre la vaguada que desemboca en este portillo; seguidamente cruzaremos otra puerta de ganado y continuaremos por el camino que nos conduce hasta las casas del cortijo, que divisaremos a no más de 500 metros. Pronto veremos en el fondo del barranco un quinal que utilizaban para pesar las sabinas o el espliego de la zona tras su recogida. El camino llega hasta las mismas casas donde daremos por concluido este itinerario, en el mismo cortijo de Rivelte. Allí podremos descansar o recrearnos paseando por el cortijo, bebiendo agua de su pozo o contemplando la gran sabina albar que junto a él.
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